Las piscinas y la seguridad

Con la llegada del verano, desgraciadamente aumenta el número de ahogamientos. “Suponen la segunda causa de muerte entre el año y los 19 años y son debidos fundamentalmente a la falta de precaución de los padres, de los propios jóvenes y de las autoridades”, lamentan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP).

Según sus datos, en los menores de 5 años, el lugar más frecuente donde se producen ahogamientos son las piscinas privadas o las comunidades privadas para las cuales no existe legislación vigente sobre el adecuado vallado de seguridad, que se ha demostrado puede disminuir las muertes por ahogamiento hasta en un 95%, como sucede en algunos países de la Unión Europea. “No obstante ningún sistema puede reemplazar la vigilancia de los padres o cuidadores del niño o la niña”, alertan.

En una entrevista con Infosalus, el pediatra y especialista en cuidados intensivos neonatales, el doctor José María Lloreda, admite en este sentido que existe una falta de conciencia “terrible” sobre la posibilidad de los ahogamientos en los niños que, entre otros puntos, éste es silencioso.

“La falta de conciencia sobre peligro del agua con los niños es muy generalizada. Se piensa que en una piscina un bebé o un niño no se pueden ahogar, pero si un bebé se cae hacia delante, cae hacia el agua, tiene espacio para ahogarse. El problema es que los niños cuando se ahogan no chillan o levantan los brazos, como sí pueden hacer los más mayores. No es tan llamativo el ahogamiento como en el caso de un adulto. Los niños lo hacen en silencio. En dos minutos están ahogados”, alerta el experto.

Luego también estaría, en su opinión, el que el que se confía que el niño no va a entrar en la piscina sin los padres, pero como son curiosos, a la par que inocentes, y no saben lo que hacen, es previsible que lo hagan.

Por ello, el doctor Lloreda siempre aconseja la vigilancia constante por parte de un adulto vigilando a los niños en la piscina o en el mar, así como en las pequeñas piscinas hinchables, para detectar por si le pasa algo al menor. “En algunos sitios los adultos se ponen como una especie de chapa o pegatina que durante una hora es una persona la que se encarga de mirar a la piscina, y así se aseguran de que está vigilada, y se delega la responsabilidad de forma que se puede estar más controlado”, indica.

También aconseja quitar los juguetes de las piscinas, intentar tener las puertas cerradas de éstas, y por la noche siempre cerrarlas. Sobre el ponerles manguitos o flotador dice que puede ayudar a la hora de que se bañen, si bien alerta de que estos elementos no sustituyen a la vigilancia y pueden ahogarse igualmente, a pesar de llevarlos. “Los sistemas de flotación son importantes pero no sustituyen la vigilancia. Se les pueden caer, o pinchar”, afirma Lloreda.

Aquí destaca también que en la bañera de casa tampoco se puede dejar a los niños menores de tres años solos, y menos a cargo de otro menor para que les vigile. También, a su juicio, es fundamental tener nociones de reanimación porque si por desgracia hay un ahogado es fundamental saber reaccionar.

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